domingo, 21 de junio de 2015

Medicina chamánica con plantas sagradas





¿Despertar la consciencia desde un estado alterado de consciencia? 

Sí, eso precisamente es. Ahí te lleva las plantas sagradas. Ahí conduce el Yagé o Ayahuasca. 
No hablo simplemente de estar buscando un crecimiento personal. Hablo de reconocerse. De comprender qué eres. De saber qué anhela verdaderamente tu naturaleza interna y respetarla. 


Somos una escalera de procesos. A menudo, tememos a la soledad porque la soledad nos lleva a nuestro ser interno. La soledad puede ser un espejo o un viaje al centro de uno mismo. Por eso, tantas veces,  huimos de ella buscando actividades que llenen nuestro tiempo o deseamos relacionarnos constantemente con otras personas que nos permitan ser y estar compartiendo mutuamente. 
Sentimos que somos mejores si los demás nos reconocen, nos respetan, nos aman... Pero olvidamos que lo primero es aprender a reconocernos nosotros mismos para respetarnos y llenarnos de amor desde nuestro interior. Ser amor y dar amor. Debería ser sencillamente eso, estar siendo un ser humano. Tanto tiempo buscando mi misión, sintiendo que uno debe estar precisamente aquí porque tiene una misión que cumplir. Ahora, el yagé me está enseñando que no, necesariamente,  hay una misión. 
"No has venido a ninguna misión, has venido a recordar, a vivir, a estar despierto. Tú eres tu misión"
Y ahora me doy cuenta que la misión es recordar. Descubrirse y despertar. Descubrirse es comprender qué te llena, qué deseas hacer y qué te hace sentir mejor cuando haces o no haces. Porque cada vez que te alejas de lo que eres tu naturaleza se enferma, o te sientes triste o intuyes que algo no marcha bien. 
En mi caso lo que mejor me hace sentir es la medicina ancestral. Conocerla y adquirir la sabiduría necesaria para poder practicarla. Eso me hace sentir bien y me sigo formando en este camino para ser mejor en eso. Porque me han enseñado que en la naturaleza está todo lo necesario para vivir y sanar a un ser humano. Las plantas, el agua, el aire, los alimentos...
Hace muchos años que trabajo en un hospital y me doy cuenta de que la medicina occidental cada vez nos separa más de la naturaleza, tanto de la externa como de la interna. 
La medicina occidental palia nuestros síntomas conforme van apareciendo y de ese modo pone todo su poder en lo externo, en lo que está fuera de nosotros. 
Más o menos, podríamos decir que sigue este procedimiento: si me duele la cabeza tomaré un analgésico. Mi dolor pasará y podré seguir con mi actividad y no me pararé a pensar el por qué de ese dolor. Qué me estaba diciendo mi dolor. 
Parece que lo importante en estos tiempos sea solamente no sufrir, aunque eso represente no escucharnos y por lo tanto no sanarnos. 
Así mismo trata la medicina occidental todo tipo de dolencias y enfermedades. Paliar el síntoma, sin sanar lo interno, sin hallar la raíz y ver como al cabo de un tiempo el dolor vuelve a surgir porque no lo has comprendido.  Porque necesitamos escuchar el lenguaje de nuestro cuerpo. Si nuestro cuerpo nos envía una señal de incomodidad, si sentimos un dolor, si alguna emoción se manifiesta claramente en nosotros debemos prestar atención. Escucharse es sentir cómo habla nuestra naturaleza. Es aprender su lenguaje a través de nuestro cuerpo.


La verdadera sanación está en nosotros mismos, en aprender a ser, en conectar con todo desde nuestra esencia porque eso es auténtico y nos hace fluir en armonía con nuestra vida.  
Estar despierto es conectar. Podemos meditar, practicar yoga, dar un largo paseo por el campo. Y podemos contemplarnos con amor y respeto desde ese estado alterado de la conciencia al que nos lleva la medicina del yagé. Todo es valido y cada uno de elegir lo que siente que mejor puede ayudarle. 
Estar despierto es contemplar el mundo. Hacerse preguntas. Escuchar tu ser interno, sin juicio y sin ego. Es volver a conectar con lo que verdaderamente somos. Despertar es vivir fluyendo hacia lo que nos hace sentir bien. 


A mí, por ejemplo, desde muy joven me gusta escribir. Me ayuda a aprender de mí y a descubrir profundamente lo que siento en cada etapa de mi proceso. 

Hablo de honestidad, no de poesía, ni de palabras bonitas, sino de encontrar la manera de expresar mi emoción y así que pueda saber yo misma y el mundo que "este ser" soy en este momento. Que mi camino es este aprendizaje, es este compartir. Ayudar y pedir ayuda cuando se hace necesario. Ser y sentir. Amarme porque cuando lo hago, el poder está en mi misma. Sé lo que necesito, sé lo que soy.


Yo soy esta vida, este ahora, esta respiración, esta presencia. 
Soy esta gran misión de estar aquí como tú, como todos nosotros.
Gracias por ser. Gracias por estar.

Deseo de todo corazón que tu medicina, la que tú elijas: te sane.

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